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7 consejos para prevenir lesiones en atletismo y mejorar tu rendimiento

Prevenir Lesiones En Atletismo

Tabla de contenidos


En este post te enseñamos cómo prevenir lesiones en atletismo con consejos prácticos y ejercicios específicos. Aprende a cuidar tu cuerpo y mejorar tu rendimiento como atleta.

¿Qué consejos específicos para prevenir lesiones en atletismo son más relevantes?

El atletismo es un deporte muy exigente que implica un alto riesgo de lesiones, que pueden afectar al rendimiento, la salud y la calidad de vida de los atletas. Por eso, es importante conocer las formas de prevenir las lesiones, y aplicarlas de forma regular y correcta.

En este post te vamos a dar 7 consejos para prevenir lesiones en atletismo, basados en la evidencia científica y la experiencia de profesionales del sector. Estos consejos te ayudarán a:

  • Evitar el sobreentrenamiento y el estrés físico y mental
  • Mejorar la técnica y la biomecánica de los movimientos
  • Fortalecer y flexibilizar los músculos, tendones y ligamentos
  • Preparar y recuperar el cuerpo antes y después de cada sesión
  • Identificar y tratar las lesiones de forma adecuada
  • Regresar al entrenamiento de forma segura y progresiva
  • Disfrutar del atletismo sin riesgos innecesarios

Si quieres saber más, sigue leyendo y descubre cómo prevenir lesiones en atletismo con estos 7 consejos.

Información sobre las causas de las lesiones y los factores de riesgo

Antes de entrar en los consejos para prevenir lesiones en atletismo, es conveniente saber cuáles son las causas más comunes de las lesiones y los factores que aumentan el riesgo de sufrirlas.

¿Cuáles son las lesiones más comunes en el atletismo?

El atletismo es un deporte que engloba diversas disciplinas, como las carreras, los saltos, los lanzamientos y las pruebas combinadas. Cada una de estas disciplinas implica un uso diferente de los músculos, las articulaciones y los huesos, y por tanto, un riesgo diferente de lesión.

Sin embargo, hay algunas lesiones que son más frecuentes en el atletismo en general, y que afectan a diferentes partes del cuerpo. Algunas de estas lesiones son:

  • Lesiones en el pie y el tobillo: como la fascitis plantar, la tendinitis de Aquiles, el esguince de tobillo o la fractura por estrés.
  • Lesiones en la rodilla: como la tendinitis rotuliana, el síndrome de la cintilla iliotibial, la condromalacia rotuliana o la lesión de menisco.
  • Lesiones en la cadera y la ingle: como la bursitis trocantérea, la tendinitis de los aductores, la pubalgia o la fractura por estrés del cuello femoral.
  • Lesiones en la espalda: como la lumbalgia, la ciática, la hernia discal o la espondilolisis.
  • Lesiones en el hombro y el codo: como la tendinitis del manguito rotador, la bursitis subacromial, la epicondilitis o la fractura por estrés del húmero.

Estas lesiones pueden tener diferentes grados de severidad, desde una inflamación leve hasta una rotura completa. También pueden tener diferentes orígenes, desde un traumatismo directo hasta un sobreuso crónico.

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¿Qué factores aumentan el riesgo de sufrir lesiones en el atletismo?

Hay muchos factores que pueden influir en el riesgo de sufrir lesiones en el atletismo, tanto internos como externos. Algunos de estos factores son:

  • El nivel de entrenamiento: los atletas principiantes tienen más riesgo de lesionarse por falta de adaptación, técnica o conocimiento. Los atletas avanzados tienen más riesgo de lesionarse por exceso de carga, intensidad o competición.
  • La edad: los atletas jóvenes tienen más riesgo de lesionarse por falta de maduración ósea, muscular o articular. Los atletas mayores tienen más riesgo de lesionarse por desgaste, pérdida de elasticidad o capacidad de recuperación.
  • El sexo: los atletas femeninos tienen más riesgo de lesionarse por factores hormonales, anatómicos o biomecánicos. Los atletas masculinos tienen más riesgo de lesionarse por factores psicológicos, sociales o culturales.
  • La nutrición: una alimentación equilibrada, variada y suficiente es fundamental para prevenir lesiones, ya que aporta los nutrientes necesarios para el funcionamiento y la reparación de los tejidos. Una alimentación deficiente, desequilibrada o excesiva puede provocar lesiones por falta o exceso de energía, hidratación, vitaminas, minerales o proteínas.
  • El descanso: un sueño adecuado, de calidad y cantidad, es esencial para prevenir lesiones, ya que permite la regeneración y la recuperación de los tejidos. Un sueño insuficiente, de mala calidad o irregular puede provocar lesiones por fatiga, estrés, alteración hormonal o disminución del rendimiento.
  • El estrés: un nivel moderado de estrés puede ser beneficioso para el atleta, ya que aumenta la motivación, la concentración y la activación. Un nivel excesivo de estrés puede ser perjudicial para el atleta, ya que disminuye la atención, la coordinación y la resistencia. El estrés puede ser físico, mental o emocional, y puede tener diferentes causas, como el trabajo, la familia, los estudios o la competición.
  • El equipamiento: un equipamiento adecuado, de calidad y adaptado al atleta es importante para prevenir lesiones, ya que protege, amortigua y facilita los movimientos. Un equipamiento inadecuado, de mala calidad o mal ajustado al atleta puede provocar lesiones por rozaduras, presiones, desequilibrios o alteraciones biomecánicas. El equipamiento incluye el calzado, la ropa, las plantillas, las ortesis, las prótesis o los accesorios.
  • El entorno: un entorno favorable, seguro y controlado es conveniente para prevenir lesiones, ya que evita riesgos, obstáculos y accidentes. Un entorno desfavorable, peligroso o impredecible puede causar lesiones por caídas, golpes, cortes o quemaduras. El entorno abarca el lugar, el clima, el terreno, la iluminación, el tráfico o la gente.

Como ves, hay muchos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir lesiones en el atletismo, y que debes tener en cuenta a la hora de planificar, ejecutar y evaluar tu entrenamiento. A continuación, te damos algunos consejos para prevenir lesiones en atletismo, teniendo en cuenta estos factores.

Cómo se puede calentar y enfriar adecuadamente para prevenir lesiones

Uno de los consejos más importantes para prevenir lesiones en atletismo es realizar un buen calentamiento y un buen enfriamiento antes y después de cada sesión de entrenamiento o competición. El calentamiento y el enfriamiento son dos fases fundamentales que preparan y recuperan el cuerpo, respectivamente, y que tienen múltiples beneficios para el atleta.

¿Qué tipos de ejercicios de calentamiento son más efectivos para preparar el cuerpo para el entrenamiento?

El calentamiento es la fase previa al entrenamiento o la competición, que tiene como objetivo aumentar la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la circulación sanguínea, así como activar el sistema nervioso, el sistema muscular y el sistema articular. El calentamiento debe ser específico para el tipo de actividad que se va a realizar, y debe durar entre 10 y 20 minutos, dependiendo de la intensidad y la duración de la misma.

Los ejercicios de calentamiento se pueden clasificar en dos tipos: generales y específicos. Los ejercicios generales son aquellos que involucran a todo el cuerpo, y que tienen como objetivo aumentar la temperatura y la movilidad de los tejidos. Algunos ejemplos de ejercicios generales son:

  • Trote suave: consiste en correr a una velocidad baja o moderada, sin forzar el ritmo ni la respiración. Se puede variar la dirección, la inclinación y el terreno, para adaptarse a las condiciones de la actividad. El trote suave debe durar entre 5 y 10 minutos, y debe ser el primer ejercicio del calentamiento.
  • Saltos: consisten en realizar pequeños saltos con las piernas juntas o alternas, con o sin desplazamiento. Se puede variar la altura, la frecuencia y la amplitud de los saltos, para aumentar la intensidad y la dificultad. Los saltos deben durar entre 2 y 5 minutos, y deben ser el segundo ejercicio del calentamiento.
  • Circuito de ejercicios: consiste en realizar una serie de ejercicios que involucran a diferentes partes del cuerpo, como los brazos, el tronco, las piernas y el cuello. Se puede usar el propio peso corporal, o elementos como gomas, pelotas, conos o escaleras. El circuito de ejercicios debe durar entre 5 y 10 minutos, y debe ser el tercer ejercicio del calentamiento.

Los ejercicios específicos son aquellos que se enfocan en los músculos, las articulaciones y los gestos que se van a utilizar en la actividad principal, y que tienen como objetivo mejorar la técnica y la coordinación de los movimientos. Algunos ejemplos de ejercicios específicos son:

  • Estiramientos dinámicos: consisten en realizar movimientos controlados y suaves que alargan y contraen los músculos, sin llegar al límite de su elasticidad. Se debe evitar el rebote, el dolor y la tensión excesiva. Los estiramientos dinámicos deben durar entre 5 y 10 minutos, y deben ser el cuarto ejercicio del calentamiento.
  • Ejercicios de técnica de carrera: consisten en realizar diferentes ejercicios que imitan o mejoran la forma de correr, como los skips, los talones, las rodillas, los multisaltos o los cambios de ritmo. Se debe prestar atención a la postura, la respiración y la relajación. Los ejercicios de técnica de carrera deben durar entre 5 y 10 minutos, y deben ser el quinto ejercicio del calentamiento.
  • Ejercicios de activación específica: consisten en realizar ejercicios que se relacionan directamente con la disciplina que se va a practicar, como los lanzamientos, los saltos o las vallas. Se debe empezar con una intensidad baja y progresar hasta una intensidad alta, sin llegar al máximo esfuerzo. Los ejercicios de activación específica deben durar entre 5 y 10 minutos, y deben ser el sexto y último ejercicio del calentamiento.

¿Cuánto tiempo debe durar el calentamiento?

El tiempo que debe durar el calentamiento depende de varios factores, como el tipo, la intensidad y la duración de la actividad principal, las condiciones ambientales, el nivel de entrenamiento y las preferencias personales del atleta. Sin embargo, se puede establecer una regla general que dice que el calentamiento debe durar entre el 10% y el 20% del tiempo total de la actividad principal. Por ejemplo, si la actividad principal dura una hora, el calentamiento debe durar entre 6 y 12 minutos.

¿Qué tipos de ejercicios de enfriamiento son más efectivos para ayudar al cuerpo a recuperarse después del entrenamiento?

El enfriamiento es la fase posterior al entrenamiento o la competición, que tiene como objetivo disminuir la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la circulación sanguínea, así como relajar el sistema nervioso, el sistema muscular y el sistema articular. El enfriamiento debe ser general para todo el cuerpo, y debe durar entre 10 y 20 minutos, dependiendo de la intensidad y la duración de la actividad principal.

Los ejercicios de enfriamiento se pueden clasificar en dos tipos: pasivos y activos. Los ejercicios pasivos son aquellos que no requieren movimiento, y que tienen como objetivo relajar y aliviar los tejidos. Algunos ejemplos de ejercicios pasivos son:

  • Masajes: consisten en aplicar presión y fricción sobre los músculos, tendones y ligamentos, con las manos o con elementos como rodillos, pelotas o palos. Se debe usar una intensidad moderada y un ritmo lento, siguiendo la dirección de las fibras musculares. Los masajes deben durar entre 5 y 10 minutos, y deben ser el primer ejercicio del enfriamiento.
  • Compresión: consiste en usar prendas o vendajes que ejercen presión sobre las extremidades, con el fin de favorecer el retorno venoso y linfático, y reducir la inflamación y el edema. Se debe usar una presión adecuada y uniforme, sin cortar la circulación ni causar molestias. La compresión debe durar entre 10 y 20 minutos, y debe ser el segundo ejercicio del enfriamiento.
  • Crioterapia: consiste en aplicar frío sobre las zonas afectadas, con el fin de disminuir el dolor, la inflamación y el espasmo muscular. Se puede usar hielo, agua fría, sprays o geles, con una temperatura entre 0 y 15 grados. Se debe evitar el contacto directo con la piel, y protegerla con una toalla o un plástico. La crioterapia debe durar entre 10 y 20 minutos, y debe ser el tercer ejercicio del enfriamiento.

Los ejercicios activos son aquellos que requieren movimiento, y que tienen como objetivo eliminar los desechos metabólicos, oxigenar los tejidos y prevenir la rigidez muscular. Algunos ejemplos de ejercicios activos son:

  • Trote suave: consiste en correr a una velocidad baja o moderada, sin forzar el ritmo ni la respiración. Se puede variar la dirección, la inclinación y el terreno, para adaptarse a las condiciones de la actividad. El trote suave debe durar entre 5 y 10 minutos, y debe ser el cuarto ejercicio del enfriamiento.
  • Estiramientos estáticos: consisten en realizar movimientos controlados y mantenidos que alargan los músculos, tendones y ligamentos, hasta el límite de su elasticidad. Se debe evitar el rebote, el dolor y la tensión excesiva. Los estiramientos estáticos deben durar entre 5 y 10 minutos, y deben ser el quinto ejercicio del enfriamiento.
  • Relajación: consiste en realizar técnicas de respiración, meditación o visualización que ayudan a reducir el estrés, la ansiedad y la tensión muscular. Se debe buscar un lugar tranquilo, cómodo y silencioso, y adoptar una postura relajada. La relajación debe durar entre 5 y 10 minutos, y debe ser el sexto y último ejercicio del enfriamiento.

¿Cuánto tiempo debe durar el enfriamiento?

El tiempo que debe durar el enfriamiento depende de los mismos factores que el calentamiento, es decir, el tipo, la intensidad y la duración de la actividad principal, las condiciones ambientales, el nivel de entrenamiento y las preferencias personales del atleta. Sin embargo, se puede establecer la misma regla general que dice que el enfriamiento debe durar entre el 10% y el 20% del tiempo total de la actividad principal. Por ejemplo, si la actividad principal dura una hora, el enfriamiento debe durar entre 6 y 12 minutos.

El enfriamiento debe incluir ejercicios pasivos y activos, como masajes, compresión, crioterapia, trote suave, estiramientos estáticos y relajación. Estos ejercicios deben realizarse con una intensidad baja y un ritmo lento, y deben enfocarse en las zonas más solicitadas en el atletismo, como el pie, el tobillo, la rodilla, la cadera, la espalda, el hombro y el codo.

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Qué ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad son importantes para los atletas

Otro de los consejos para prevenir lesiones en atletismo es realizar ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad que mejoren la resistencia, la potencia y la elasticidad de los músculos, tendones y ligamentos. Estos ejercicios son complementarios al entrenamiento específico de cada disciplina, y deben realizarse al menos dos veces por semana, con una intensidad y una duración adecuadas.

¿Qué ejercicios de fortalecimiento son específicos para los diferentes grupos musculares que se utilizan en el atletismo?

Los ejercicios de fortalecimiento son aquellos que aumentan la capacidad de los músculos para generar fuerza y resistir la fatiga. Estos ejercicios pueden ser de dos tipos: isotónicos o isométricos. Los ejercicios isotónicos son aquellos que implican un movimiento y un cambio de longitud del músculo, como las pesas, las bandas elásticas o el propio peso corporal. Los ejercicios isométricos son aquellos que implican una contracción sin movimiento ni cambio de longitud del músculo, como las planchas, las paredes o los puentes.

Los ejercicios de fortalecimiento deben ser específicos para los diferentes grupos musculares que se utilizan en el atletismo, y que dependen de la disciplina que se practique. Algunos de los grupos musculares más importantes son:

  • Los músculos del tren inferior: como los cuádriceps, los isquiotibiales, los glúteos, los gemelos o los tibiales. Estos músculos son los responsables de la propulsión, la amortiguación y el equilibrio en las carreras, los saltos y los lanzamientos. Algunos ejercicios de fortalecimiento para el tren inferior son: las sentadillas, las zancadas, los pesos muertos, las elevaciones de talones o los saltos.
  • Los músculos del tren superior: como los pectorales, los dorsales, los deltoides, los bíceps o los tríceps. Estos músculos son los responsables de la estabilización, la coordinación y la transmisión de fuerza en las carreras, los saltos y los lanzamientos. Algunos ejercicios de fortalecimiento para el tren superior son: las flexiones, las dominadas, los remos, los press de banca o los fondos.
  • Los músculos del core: como los abdominales, los oblicuos, los lumbares o el diafragma. Estos músculos son los responsables de la postura, la respiración y la protección de la columna vertebral en las carreras, los saltos y los lanzamientos. Algunos ejercicios de fortalecimiento para el core son: las planchas, los crunches, los giros, los levantamientos de piernas o los hipopresivos.

¿Con qué frecuencia se deben realizar los ejercicios de fortalecimiento?

La frecuencia con la que se deben realizar los ejercicios de fortalecimiento depende de varios factores, como el nivel de entrenamiento, el objetivo, la intensidad y la recuperación. Sin embargo, se puede establecer una regla general que dice que los ejercicios de fortalecimiento deben realizarse al menos dos veces por semana, dejando al menos 48 horas de descanso entre cada sesión. Por ejemplo, se puede hacer una sesión de fortalecimiento el lunes y otra el jueves, o el martes y el viernes.

¿Qué tipos de ejercicios de flexibilidad son importantes para los atletas?

Los ejercicios de flexibilidad son aquellos que aumentan la capacidad de los músculos, tendones y ligamentos para alargarse y deformarse sin romperse. Estos ejercicios pueden ser de dos tipos: dinámicos o estáticos. Los ejercicios dinámicos son aquellos que implican un movimiento y un cambio de longitud del músculo, como los balanceos, los giros o los rebotes. Los ejercicios estáticos son aquellos que implican una contracción sin movimiento ni cambio de longitud del músculo, como los estiramientos, las torsiones o las inclinaciones.

Los ejercicios de flexibilidad son importantes para los atletas porque mejoran la movilidad, la amplitud y la calidad de los movimientos, previenen las lesiones, reducen el dolor y favorecen la relajación. Los ejercicios de flexibilidad deben realizarse para todo el cuerpo, pero especialmente para las zonas más solicitadas en el atletismo, como el pie, el tobillo, la rodilla, la cadera, la espalda, el hombro y el codo.

¿Con qué frecuencia se deben realizar los ejercicios de flexibilidad?

La frecuencia con la que se deben realizar los ejercicios de flexibilidad depende de varios factores, como el nivel de entrenamiento, el objetivo, la intensidad y la recuperación. Sin embargo, se puede establecer una regla general que dice que los ejercicios de flexibilidad deben realizarse al menos tres veces por semana, preferiblemente después de cada sesión de entrenamiento o competición, cuando los músculos están calientes y relajados. Por ejemplo, se puede hacer una sesión de flexibilidad el lunes, el miércoles y el viernes, o el martes, el jueves y el sábado.

Cómo se puede identificar y tratar una lesión en el atletismo

A pesar de seguir los consejos para prevenir lesiones en atletismo, a veces es inevitable sufrir alguna lesión, ya sea por un accidente, un error o una mala suerte. En ese caso, es importante saber cómo identificar y tratar una lesión de forma adecuada, para evitar que se agrave o se cronifique.

¿Qué signos y síntomas de las lesiones más comunes en el atletismo?

Los signos y síntomas de las lesiones más comunes en el atletismo pueden variar según el tipo, la localización y la gravedad de la lesión. Sin embargo, hay algunos signos y síntomas generales que pueden indicar que se ha producido una lesión, y que son:

  • Dolor: es la sensación desagradable que se produce cuando se daña un tejido. El dolor puede ser agudo o crónico, localizado o irradiado, constante o intermitente, leve o intenso. El dolor suele ser el primer signo de una lesión, y el que más afecta al atleta.
  • Inflamación: es la respuesta del organismo ante una lesión, que se caracteriza por un aumento del flujo sanguíneo, la liberación de sustancias químicas y la acumulación de líquido en la zona afectada. La inflamación se manifiesta por un aumento del tamaño, el calor, el enrojecimiento y la sensibilidad de la zona lesionada.
  • Impotencia funcional: es la incapacidad o dificultad para realizar una función normal del cuerpo, como mover una articulación, contraer un músculo o apoyar un pie. La impotencia funcional se debe a la alteración de la estructura o la biomecánica de la zona lesionada, y puede ser total o parcial, temporal o permanente.
  • Alteración sensorial: es el cambio o la pérdida de la sensibilidad normal de la zona lesionada, como el hormigueo, el adormecimiento, el pinchazo o la quemazón. La alteración sensorial se debe a la afectación de los nervios que transmiten la información desde la zona lesionada hasta el cerebro, y puede ser transitoria o persistente.

Estos signos y síntomas pueden aparecer de forma inmediata o tardía, y pueden variar en intensidad y duración según la evolución de la lesión. Es importante estar atento a estos signos y síntomas, y consultar con un profesional de la salud si se presentan o se prolongan.

¿Cómo diferenciar entre una lesión leve y una grave?

No todas las lesiones tienen la misma gravedad, y por tanto, no todas requieren el mismo tratamiento. Es importante saber diferenciar entre una lesión leve y una grave, para actuar de forma adecuada y evitar complicaciones. Algunos criterios que pueden ayudar a diferenciar entre una lesión leve y una grave son:

  • El mecanismo de la lesión: es la forma en que se produce la lesión, y que puede ser por un traumatismo directo, un sobreuso, una mala postura, un gesto brusco o una caída. El mecanismo de la lesión puede dar una idea de la gravedad de la misma, ya que cuanto mayor sea la fuerza, la velocidad o la altura del impacto, mayor será el daño que se produzca en los tejidos.
  • La intensidad del dolor: es la medida subjetiva de la sensación desagradable que se produce cuando se daña un tejido. La intensidad del dolor puede variar según la tolerancia, la personalidad y el estado de ánimo del atleta, pero también según la gravedad de la lesión, ya que cuanto mayor sea el daño, mayor será el estímulo doloroso que se genere.
  • La impotencia funcional: es la incapacidad o dificultad para realizar una función normal del cuerpo, como mover una articulación, contraer un músculo o apoyar un pie. La impotencia funcional puede variar según el tipo, la localización y la extensión de la lesión, pero también según la gravedad de la misma, ya que cuanto mayor sea el daño, mayor será la limitación que se produzca en el movimiento.
  • La inflamación: es la respuesta del organismo ante una lesión, que se caracteriza por un aumento del flujo sanguíneo, la liberación de sustancias químicas y la acumulación de líquido en la zona afectada. La inflamación puede variar según el tiempo, la temperatura y el tratamiento que se aplique a la lesión, pero también según la gravedad de la misma, ya que cuanto mayor sea el daño, mayor será la reacción inflamatoria que se desencadene.

Estos criterios pueden servir de orientación para diferenciar entre una lesión leve y una grave, pero no son definitivos ni excluyentes. Una lesión leve puede tener un mecanismo de lesión fuerte, un dolor intenso, una impotencia funcional notable o una inflamación considerable, y una lesión grave puede tener un mecanismo de lesión débil, un dolor leve, una impotencia funcional mínima o una inflamación escasa. Por eso, es importante valorar cada caso de forma individual, y consultar con un profesional de la salud si se tiene alguna duda.

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¿Cuándo es necesario consultar a un médico?

Consultar a un médico es necesario cuando se tiene una lesión que requiere una atención especializada, un diagnóstico preciso, un tratamiento específico o un seguimiento continuo. Algunas situaciones en las que es necesario consultar a un médico son:

  • Cuando el dolor es intenso, persistente o incapacitante: el dolor es un signo de que algo no va bien, y que hay que actuar para solucionarlo. Si el dolor es muy fuerte, no se alivia con medidas simples o impide realizar las actividades cotidianas, es necesario consultar a un médico para que evalúe la causa, el grado y el tipo de la lesión, y que prescriba el analgésico, el antiinflamatorio o el relajante muscular más adecuado.
  • Cuando la inflamación es excesiva, prolongada o recurrente: la inflamación es una respuesta normal del organismo ante una lesión, pero también puede ser un problema si se vuelve exagerada, crónica o repetitiva. Si la inflamación es muy grande, no se reduce con medidas simples o vuelve a aparecer con frecuencia, es necesario consultar a un médico para que determine la causa, el alcance y el tipo de la lesión, y que indique el hielo, la compresión o la elevación más conveniente.
  • Cuando la impotencia funcional es total, permanente o progresiva: la impotencia funcional es una consecuencia lógica de una lesión, pero también puede ser un obstáculo para la recuperación, la prevención y el rendimiento. Si la impotencia funcional es completa, no se recupera con el tiempo o empeora con el uso, es necesario consultar a un médico para que establezca el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de la lesión, y que recomiende el reposo, la movilización o la rehabilitación más oportuna.
  • Cuando hay signos de infección, complicación o cronificación: algunas lesiones pueden complicarse o infectarse por la presencia de microorganismos, cuerpos extraños o factores de riesgo. Otras lesiones pueden cronificarse o recidivar por la falta de tratamiento, la mala cicatrización o la recaída. Si hay signos de infección, como fiebre, pus o mal olor, signos de complicación, como hemorragia, deformidad o pérdida de sensibilidad, o signos de cronificación, como rigidez, contractura o fibrosis, es necesario consultar a un médico para que realice las pruebas, las intervenciones o las correcciones necesarias.

Estas situaciones son solo algunos ejemplos de cuándo es necesario consultar a un médico, pero no son los únicos. Si tienes alguna duda, consulta siempre con un profesional de la salud, que te orientará y te asesorará sobre la mejor forma de tratar tu lesión.

¿Qué opciones de tratamiento existen para las diferentes tipos de lesiones?

El tratamiento de las lesiones depende de varios factores, como el tipo, la localización y la gravedad de la lesión, el nivel de entrenamiento y el objetivo del atleta, y la disponibilidad y la preferencia del profesional de la salud. Sin embargo, se puede establecer una clasificación general de las opciones de tratamiento en tres niveles: conservador, invasivo y quirúrgico.

  • El tratamiento conservador: es el que se basa en medidas no invasivas ni quirúrgicas, como el reposo, el hielo, la compresión, la elevación, el masaje, la fisioterapia, la farmacología o la ortesis. El tratamiento conservador es el más indicado para las lesiones leves o moderadas, que no afectan a la estructura o la función de los tejidos, y que se pueden resolver con el tiempo y la recuperación natural. El tratamiento conservador tiene como ventajas que es más seguro, más económico y más accesible que los otros niveles de tratamiento, pero tiene como inconvenientes que puede ser más lento, más incompleto y más insuficiente que los otros niveles de tratamiento.
  • El tratamiento invasivo: es el que se basa en medidas que implican una perforación o una incisión en el cuerpo, como las infiltraciones, las punciones, las agujas o las endoscopias. El tratamiento invasivo es el más indicado para las lesiones moderadas o graves, que afectan a la estructura o la función de los tejidos, y que no se pueden resolver con el tratamiento conservador. El tratamiento invasivo tiene como ventajas que es más rápido, más completo y más eficaz que el tratamiento conservador, pero tiene como inconvenientes que es más riesgoso, más costoso y más limitado que el tratamiento quirúrgico.
  • El tratamiento quirúrgico: es el que se basa en medidas que implican una apertura o una extirpación en el cuerpo, como las suturas, las prótesis, los injertos o las artroplastias. El tratamiento quirúrgico es el más indicado para las lesiones graves o crónicas, que afectan a la estructura o la función de los tejidos, y que no se pueden resolver con el tratamiento invasivo. El tratamiento quirúrgico tiene como ventajas que es más definitivo, más restaurador y más personalizado que los otros niveles de tratamiento, pero tiene como inconvenientes que es más peligroso, más caro y más complejo que los otros niveles de tratamiento.

Estas opciones de tratamiento son solo orientativas, y no excluyen la posibilidad de combinarlas o alternarlas según el caso. Lo más importante es seguir las indicaciones del profesional de la salud que te atienda, y cumplir con el plan de tratamiento que te prescriba.

Qué consejos se pueden dar a los atletas para que regresen a entrenar de forma segura después de una lesión

El último de los consejos para prevenir lesiones en atletismo es saber cómo regresar al entrenamiento de forma segura y progresiva después de una lesión. El regreso al entrenamiento es una fase crucial que determina la recuperación completa y la prevención de recaídas de la lesión, y que requiere de una planificación, una ejecución y una evaluación adecuadas.

¿Cuándo es seguro para un atleta volver a entrenar después de una lesión?

El momento en que es seguro para un atleta volver a entrenar después de una lesión depende de varios factores, como el tipo, la localización y la gravedad de la lesión, el nivel de entrenamiento y el objetivo del atleta, y la evolución y el tratamiento de la lesión. Sin embargo, se puede establecer una regla general que dice que el atleta puede volver a entrenar cuando cumpla las siguientes condiciones:

  • Ausencia de dolor: el atleta debe estar libre de dolor, tanto en reposo como en movimiento, y sin necesidad de tomar analgésicos o antiinflamatorios. El dolor es un signo de que la lesión no está curada, y que el entrenamiento puede empeorarla o reiniciarla.
  • Recuperación de la movilidad: el atleta debe recuperar el rango de movimiento normal de la zona lesionada, sin limitaciones, rigideces o bloqueos. La movilidad es un requisito para realizar los gestos deportivos, y para evitar compensaciones o desequilibrios que puedan provocar nuevas lesiones.
  • Recuperación de la fuerza: el atleta debe recuperar el nivel de fuerza previo a la lesión, sin debilidades, atrofias o fatigas. La fuerza es un factor determinante para el rendimiento deportivo, y para resistir las cargas y los impactos que se producen en el entrenamiento.
  • Recuperación de la funcionalidad: el atleta debe recuperar la capacidad de realizar las actividades cotidianas y deportivas, sin dificultades, molestias o miedos. La funcionalidad es el objetivo final de la recuperación, y el indicador de que la lesión está superada.

Estas condiciones son solo orientativas, y no garantizan que el atleta esté listo para volver a entrenar. Es necesario realizar una valoración individualizada y objetiva, con pruebas específicas que evalúen el estado de la lesión, y que determinen el nivel de recuperación del atleta. Para ello, es recomendable contar con la ayuda de un profesional de la salud, que te oriente y te asesore sobre el momento adecuado para volver a entrenar.

¿Cómo se puede desarrollar un plan de regreso al entrenamiento gradual y seguro?

El plan de regreso al entrenamiento es el conjunto de acciones que se deben seguir para volver a entrenar de forma gradual y segura después de una lesión. El plan de regreso al entrenamiento debe ser personalizado, adaptado y flexible, según el tipo, la localización y la gravedad de la lesión, el nivel de entrenamiento y el objetivo del atleta, y la evolución y el tratamiento de la lesión. Sin embargo, se puede establecer una estructura general del plan de regreso al entrenamiento en cuatro fases: adaptación, progresión, integración y optimización.

  • La fase de adaptación: es la primera fase del plan de regreso al entrenamiento, que tiene como objetivo adaptar el cuerpo a la actividad física, después de un periodo de inactividad o de actividad reducida. En esta fase, se debe empezar con ejercicios de baja intensidad y corta duración, que no impliquen impacto ni riesgo para la zona lesionada. Se debe prestar atención a las sensaciones, y evitar el dolor, la inflamación o la impotencia funcional. Esta fase debe durar entre una y dos semanas, y debe incluir ejercicios de movilidad, flexibilidad, fortalecimiento y aeróbicos.
  • La fase de progresión: es la segunda fase del plan de regreso al entrenamiento, que tiene como objetivo aumentar la carga de trabajo, y mejorar la resistencia, la potencia y la velocidad. En esta fase, se debe incrementar la intensidad y la duración de los ejercicios, de forma progresiva y controlada, y empezar a introducir ejercicios específicos de la disciplina que se practique. Se debe mantener la atención a las sensaciones, y controlar el dolor, la inflamación o la impotencia funcional. Esta fase debe durar entre dos y cuatro semanas, y debe incluir ejercicios de fortalecimiento, aeróbicos, anaeróbicos y técnicos.
  • La fase de integración: es la tercera fase del plan de regreso al entrenamiento, que tiene como objetivo integrar el atleta en el grupo, y recuperar el nivel de competición. En esta fase, se debe alcanzar la máxima intensidad y duración de los ejercicios, y realizar ejercicios completos y complejos de la disciplina que se practique. Se debe disminuir la atención a las sensaciones, y confiar en la capacidad de recuperación y prevención. Esta fase debe durar entre cuatro y seis semanas, y debe incluir ejercicios de fortalecimiento, aeróbicos, anaeróbicos, técnicos y tácticos.
  • La fase de optimización: es la cuarta y última fase del plan de regreso al entrenamiento, que tiene como objetivo optimizar el rendimiento, y superar el nivel previo a la lesión. En esta fase, se debe mantener la máxima intensidad y duración de los ejercicios, y realizar ejercicios específicos y personalizados de la disciplina que se practique. Se debe olvidar la lesión, y enfocarse en los objetivos y los resultados. Esta fase debe durar entre seis y ocho semanas, y debe incluir ejercicios de fortalecimiento, aeróbicos, anaeróbicos, técnicos, tácticos y psicológicos.

Este plan de regreso al entrenamiento es solo un ejemplo, y no debe seguirse al pie de la letra. Lo más importante es adaptar el plan a las características y necesidades de cada atleta, y seguir las indicaciones del profesional de la salud que te atienda, y del entrenador que te guíe.

Prevenir lesiones en atletismo: un hábito que te beneficia

En este post te hemos dado 7 consejos para prevenir lesiones en atletismo, que te ayudarán a cuidar tu cuerpo y mejorar tu rendimiento como atleta de atletismo.

Esperamos que este post te haya sido útil e interesante, y que te haya servido para aprender cómo prevenir lesiones en atletismo. Recuerda que la prevención es el mejor tratamiento, y que con unos hábitos saludables puedes evitar muchos problemas y disfrutar más de tu deporte favorito.

Si te ha gustado este post, te invitamos a que lo compartas con tus amigos, familiares o compañeros de entrenamiento, y que nos dejes un comentario con tu opinión, tu experiencia o tus dudas. También puedes contactar con nosotros si necesitas más información o asesoramiento sobre cómo prevenir lesiones en atletismo.

Gracias por leernos, y hasta la próxima.

Links interesantes:

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